A decir verdad, no sabemos lo que incita
al hombre a recorrer el mundo, ¿Curiosidad?, ¿Anhelo irrefrenable de aventura?,
¿Necesidad de ir de asombro en asombro ?.
Ryszard Kapuscinski. (Viajes con
Heródoto).
Creo
que la mejor manera de contestar a esas preguntas de Kapuscinski, es
precisamente recorrer el mundo, conocer lo que hay más allá de nuestro entorno más inmediato. Cuando
visito cualquier lugar, sea el que sea, me gusta observarlo todo, buscar los
detalles que otros no ven o no quieren ver, recrearme en lo cotidiano, por eso
miro y capturo con mi cámara a esas vecinas que hablan plácidamente en una
calle de Villanueva de la Vera,
o contemplo las macetas bien cuidadas de sus calles, las puertas con dinteles
curiosos y centenarios, las casas de colores, el reloj de la plaza que marca
una hora sofocante. Y en el número seis de una de esas calles, me vuelven a
llamar la atención las macetas agrupadas bajo unos soportales de ensueño. La
arquitectura popular de estos pueblos de la Vera, te atrapa y te transporta a otros tiempos
pasados. Un gato sestea bajo una vieja silla en la puerta de una casa y la
dueña del aposento me saluda amablemente y a la vez con un punto de curiosidad,
al ver que me paro a fotografiar la escena del gato.
En
algunas calles de Garganta la
Olla, el tiempo parece haberse detenido; la Ermita del Humilladero del
siglo XVIII, declarada como Edificio Singular. Y en la calle Chorrillo, portal
17, un poco antes de llegar a la plaza, se encuentra la Casa de Postas del siglo XVI. Aquí en la época de Carlos V, se
hospedaban los viajeros que llegaban a
la localidad. Un poco más adelante llama la atención del viajero, una casa pintada
de azul. En su parte baja está ahora instalada una pequeña tienda. Se conoce
este edificio como “La casa de las Muñecas”, y no es otra cosa que un antiguo
prostíbulo del siglo XVI. El color azul servía en aquella época para
diferenciarla del resto de edificios. En el dintel izquierdo aparece una muñeca
tallada sobre el granito.
Hoy
es día de mercadillo aquí en Garganta la Olla, así que el bullicio en esta calle es algo
mayor que otros días, los tenderetes le dan a esta calle un toque especial. Una
excursión de jóvenes pasan ruidosos parloteando en inglés y yo me interno por
las callejuelas, buscando la sombra. En una puerta, una señora algo mayor, lee
atentamente un grueso libro ajena a los turistas que pasan por su puerta de la
calle Santa Isabel. Un poco más arriba se encuentra la Casa de Carvajal del siglo
XVI, al parecer era la antigua morada
noble de Don Pedro de Carvajal.
A
las afueras de Garganta la Olla
me detengo a observar el paisaje por última vez antes de partir, y a mi
derecha, “La Serrana
de la Vera”, me
observa desde su pétreo observatorio con su ballesta sobre el hombro derecho y
su larga trenza sobre la espalda.
Algunos ejemplos de dinteles en las puertas.
Gato sesteando.
Enhorabuena Juan Carlos, me encanta como lo cuentas, parece que estoy allí mientras voy leyéndolo.
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