Foto. Abeja llegando a una flor de cantueso. Juan Carlos Delgado.
Hace unos 30 millones de años aparecieron las primeras
abejas recolectoras de néctar y a partir de ahí la evolución fue dando paso a
las actuales abejas melíferas. Posteriormente, hace unos 3 o 4 millones de
años, aparecen los primeros homínidos, es decir, nuestros antepasados, y es
posible que ya estos hombres del pasado aprovecharan la miel de aquellas abejas
para alimentarse. Pero sabemos con
seguridad que nuestros ancestros comienzan a recolectar la miel hace unos
10.000 años. Esto se sabe por las pinturas rupestres en las que se escenifica
la recolección de este manjar y que datan de esas fechas. Desde entonces y
hasta nuestros días, las abejas han sido aliadas del hombre y nuestro medio
ambiente hasta el punto de que ahora mismo si desaparecieran las abejas,
desaparecería buena parte de la vida de este planeta. Y eso precisamente es lo
que nosotros los humanos, con nuestra arrogancia y estupidez, estamos
consiguiendo. Sí. Las abejas están en peligro y con ellas buena parte de
árboles y plantas. La coevolución de plantas y abejas ha sido vital para que
estos insectos, plantas silvestres y
plantas agrícolas, puedan seguir existiendo. Las plantas necesitan ser
polinizadas por los insectos, y entre ellos, las abejas son de vital
importancia.
Pero en los últimos años, la destrucción de muchos de
nuestros ecosistemas y la contaminación, especialmente en suelos agrícolas por
el uso de plaguicidas, está poniendo en peligro esa maravillosa evolución de
miles de años entre plantas e insectos. Una vez más el homo sapiens, hace gala
de su torpeza ante la naturaleza y está esquilmando a uno de sus mejores
aliados: las abejas.
Según los datos que manejan desde Greempeace, el 70 %
de los principales cultivos para consumo humano de la agricultura en España,
dependen de las abejas y otros polinizadores. Si traducimos esto a la economía,
la aportación de las abejas y el resto de insectos polinizadores a la
agricultura española supone un beneficio de más de 2.400 millones de euros.
Como ya mencionaba anteriormente, los plaguicidas
suponen un peligro para las abejas. Por el momento se ha conseguido
prohibir cuatro de un total de siete
considerados prioritarios, como son el imidacloprid, tiametoxan, clotianidina,
fipronil, clorpirifos, cipermetrin y deltametrin. Aunque es una prohibición
temporal que no garantiza nada para el futuro.
Por último recordar que una colonia de 25.000 abejas
poliniza hasta 250 millones de flores en un solo día. Si las abejas
desaparecen, ¿qué será de la agricultura, y por tanto, de una buena parte de la
alimentación en este planeta?. Posiblemente aún hoy hay quien piense que buena
parte de nuestras frutas y otros alimentos vegetales, crecen de manera
espontánea en el supermercado o el comercio de la esquina pero, para llegar a
esas estanterías, primero han tenido que pasar por la tierra y por las abejas.
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