“Contempló conmovido un largo instante el
milagro del agua entre los riscos, secreto de blandura en corazón de
roca”. El río que nos lleva. José Luis Sampredo
El río Ardila es el río extremeño más importante del suroeste
de la provincia de Badajoz. Este río se encuentra regulado por pequeñas presas
para riego como Brovales y Valuengo, nos dice Leandro García en su libro: “Los
ríos extremeños. Introducción a su régimen”.
Tiene este río una cuenca de 1.837 km cuadrados en
la región, con una aportación media anual, en las proximidades de la frontera
con Portugal, de 127´7Hm cúbicos, que pese a su regulación, le convierten en uno
de los ríos más caudalosos de la región.
Si buscamos
información escrita sobre el nacimiento del río Ardila, encontraremos
diferentes descripciones, según la época en la que fue escrita esa información. En el año 1826. Sebastián Miñano, en su Dicionario Estadístico, publicado en Madrid, dice lo que sigue sobre este río:
"Ardila. Río de España, llamado más comúnmente Rivera en la provincia de Estremadura que nace en la sierra de Tentudia cerca del monasterio de este nombre y de Montemolin entre Cabeza la Vaca y Calera: pasa por entre Freienal y Jerez bañando los terminos de estos pueblos y el de Oliva y Valencita; en cuyas inmediaciones entra en la provincia de Alenteio y luego en el Guadiana á 1 leg. N. de Moura, recogiendo todas las aguas de las vertientes septentrionales de la sierra que separa la Andalucía de Estremadura. No tiene mas puentes que el que hay entre Freienal y Jerez ni mas barcas que la que esta sobre el camino de Moura á Miralleia. Empieza a ser considerable por el caudal de las aguas en la confluencia del Murtiga que le entra por la orilla izquierda 4 leguas O. de Jerez y viene de lo interior de la sierra, desde Jabujo, la Nava y Cumbres. Tiene diferentes vados tanto á la parte arriba como á la de abajo del referido puente: y en su orilla izquierda se ven considerables alturas con espesos pinares que se dilatan en toda su estension y tiene 2 leguas de N. á S. La derecha en el terreno comprendido desde el puerto de la Palomilla, hasta al de Valuengo, es llana, despejada y llega hasta 1 legua de Jerez".
En la obra de Manuel Henao y Muñoz de 1870, se lee lo
siguiente:
“El Ardila tiene su origen en el Palancar, cerro que destaca
de la elevada Sierra de tentudía, recorre los partidos de Fuente de Cantos,
Fregenal de la Sierra y Jerez de los Caballeros, se enriquece con todas las
vertientes de Sierra Morena por su izquierda y recibe por la derecha las de la
Sierra de Burguillos, red hidrográfica completada por los riachuelos Bodión,
Bodiocillo, Taconal, Valpuercas y Víar, sin aprovecharse sus aguas para otra
cosa sino para mover unos cuantos molinos harineros”.
En mis conversaciones
con algunos vecinos de Cabeza la Vaca, término en el cual se dice que nace el
río, efectivamente me hablan del Palancar, pero además me cuentan que hay una
fuente llamada la “Fuente de Ardila”,
que según ellos es donde nace el río; uno de estos comunicadores me dice que
además un poco más arriba de esta fuente, en la margen izquierda había otra
fuente que también alimentaba el río, pero esa fuente fue destruida a
principios de los años setenta del pasado siglo XX, cuando se llevaron a cabo
las repoblaciones de pinos en la zona.
La fuente actual de
Ardila mencionada, no se seca nunca, según me dice uno de mis informantes, que
pasa de los setenta años, y él, en todos esos años, nunca la conoció seca. Esta
fuente está registrada en el catastro en el polígono 8, parcela 345. El lugar
aparece denominado como La Sierra, dentro del término municipal de Calera de
León, con estos datos y mis observaciones sobre el terreno, me atrevo a decir
que el río nace realmente de los dos términos municipales, el de Cabeza la Vaca
y el de Calera de León, pues las aguas no entienden de fronteras de ningún tipo
y cualquier interpretación puede ser muy relativa. Las pendientes de estas
sierras, a un lado y otro, tributan agua para que nazca el río, amén del agua
que se vierte de la fuente antes mencionada.
En la zona por la que
me muevo, no sin dificultad, el paisaje lo componen castaños (Castanea sativa),
un pequeño olivar (Olea europea), las repoblaciones de coníferas, como el pino
piñonero ( Pinus pinea) y el pino negral o resinero ( Pinus pinaster), el roble
melojo ( Quercus pirenaica), la encina ( Quercus rotundifolia) o el alcornoque
( Quercus suber).
De las aguas sobrantes de la fuente de Ardila, se alimenta un
pequeño huerto que según las diferentes épocas del año, cría pimientos, tomates
y otras hortalizas.
Estas aguas mantienen
algunos nogales, cerezos y un laurel; una casa con un viejo moral y una era
donde antaño se recogía y limpiaba el grano; aquí en otro tiempo se juntaba
mucha gente, me dice mi interlocutor.
Pero una vez que
emprendemos camino río abajo, vamos encontrando al río, aun arroyuelo,
encajonado entre muros de roca, donde se crían helechos, algunas higueras,
nogales y hasta un naranjo. Pero un poco más abajo los chopos se muestran
majestuosos entre la maraña impenetrable de zarzas y madreselva. El terreno es
cada vez más abrupto y difícil para el caminante, la vegetación te destroza la
ropa. Le recuerdo al lector que me muevo fuera de todo camino o sendero. En la
margen izquierda se observa, comido por la vegetación un pequeño casuco, del
que solo queda en pie un trozo de pared. Bajando vamos y el arroyo cae un par
de metros por un muro de rocas formando una pequeña cascada. Las laderas, a un
lado y otro, siguen cubiertas de quejigos, olivos, encinas y castaños. Los
pinos de la repoblación cubren algunas zonas de la vertiente sureste.
Escasamente se observa algún alcornoque. Una tejonera muestra signos de
actividad reciente y un zorro sale al trote, tranquilo, un poco más abajo.
En la margen
izquierda una construcción llamativa de corralones y casa derruidos, sirvieron
en otro tiempo para dar cobijo a los hombres y mujeres que se criaron aquí en
estas pendientes. Esto me cuenta un paisano poco después más abajo, cuando le pregunto
por estas ruinas, el hombre tiene ochenta años y sabe de lo que habla. Cuando
me pregunta de dónde vengo, se extraña y se asombra un poco, al explicarle yo,
por los andurriales que me he metido.
El río se va
surtiendo del agua que rezumen estas sierras y de los pequeños tributarios que
van alimentando la corriente, aún sigue siendo un arroyuelo de poco más de dos metros
de ancho y con agua que solo llega un poco más abajo de la rodilla. Los suelos,
pizarrosos en las zonas más escarpadas, presentan desprendimientos, debido
especialmente a la erosión propiciada por tránsito del ganado, que esquilma
estas laderas: cochinos especialmente, en algunos puntos.
La corriente de agua
desaparece entre la maraña impenetrable de plantas, solo algunos pasos que abre
el ganado, permiten cruzar, a gatas las más de las veces, de una orilla a otra.
El árbol de ribera sigue siendo el chopo. En la orilla derecha observo un mesto
de buen porte, presenta una inclinación hacia el oeste sobre el curso de agua.
Mide unos diez o doce metros y un metro de perímetro en el tronco.
Más abajo, por esta
zona, terminan las plantaciones de pinos en la zona conocida como La Sierra en
el término municipal de Calera de León.
y un poco más abajo tienen sus límites los quejigos, para dar paso al encinar,
propiamente dicho. El arroyo de las Parreras tributa por la izquierda. El
camino denominado Puerto lobo, atraviesa el río, para cruzarlo hay un paso fabricado con tres
grandes tubos de hormigón. En este punto hay en la margen derecha una pequeña
casa y en la cancela de entrada pone un cartel de prohibido el paso. “Casa del
pajar”.
En la margen izquierda,
llama la atención un gran chopo, su tronco es inmenso, calculo que harían falta
tres o cuatro personas para rodearlo; no puedo medir su perímetro porque se
encuentra rodeado de zarzas. A pocos metros hay un laurel, también grande.
En la margen derecha
a unos doscientos metros del río, hay otro mesto, muy alto, tanto que sobresale
por encima de todas las encinas que hay en esta cerca denominada “Cerca Robles”,
perteneciente a Cabeza la Vaca. Más abajo tributa aguas el Barranco de los
Caballeros, que está en el término de Calera de León y justo donde desemboca y
en la margen izquierda de Ardila, hay un gran nogal. Llaman la atención unas
cañas que han nacido al lado del río, sin duda plantadas por del hombre, pues esta planta aquí está fuera
de lugar.
En un pequeño y
ligero meandro del río, hay otro nogal grande y un sauce que llama la atención
por ser el único en estos lares, se trata de la especie Sarga negra (Salix
atrocinerea), que florece antes de que le salgan las hojas. Es una especie
dioica, tiene arboles machos y hembras, en este caso se trata de un pie macho.
La vegetación de
estas laderas, están compuestas de encinas, principalmente. La margen izquierda
se adorna de retamas de flor amarilla y de jaguarzos. En el río aparece algún
fresno muy ocasionalmente y algunos chopos también ocasionales.
Una pequeña represa
prácticamente perdida, hay que fijarse mucho para descubrirla, es la que servía
para surtir de agua al primer molino de
este río Ardila, a través de una “alcabucera” que recorre al menos medio kilómetro
por la margen derecha; está fabricada de piedra y cal y en algunos puntos ha
sido excavada en la roca de pizarra. Una vez que llegaba el agua al molino era
recogida en una especie de aljibe y de
ahí pasaba al cubo del molino, que aún se conserva, aunque comido por la
vegetación. Del resto del molino solo queda algún muro en pie. Este se
encuentra en el Poligono 6. Parcela 195. Esta zona es conocida como “Cerro
Molino” y pertenece a la población de Calera de León. Según los datos
catastrales.
Ahora el naturalista
se va a tomar un descanso, pues ha llegado a su fin. El río Ardila, el último
afluente, como ha sido denominado en alguna ocasión, no ha hecho más que nacer.
Vista general del nacimiento del río Ardila. Sierras de Tentudía.
Acceso a la fuente de Ardila.
Fuente de Ardila.
Primer plano de la fuente de Ardila.
Panorámica desde los restos del primer molino del río Ardila.
En primer plano, restos del cubo del molino harinero.
El río baja tranquilo.
Mapa de situación.