Lo primero que llama
la atención de este pueblo, es su castillo, construido hace ahora 558 años.
Sobre la puerta de la torre del homenaje, existe una inscripción que da fe de
ello:
“Esta fortaleza mando facer el noble caballero Lorenzo Suares
de Figueroa, señor de la casa de Villalba y del consejo del rey nuestro señor,
fijo del magnífico señor Gomez Suarez de Figueroa, del consejo del señor rey e
mayordomo mayor de la señora reyna e nieto de los muy excelentes señores don
Lorenzo Suarez de Figueroa, maestre de Santiago, e don Diego Hurtado de
Mendoza, almirante de Castilla y señor de la Vega, e comenzose año del
nascimiento de nuestro Salvador Christo del mil e qaatrocientos e oinquenta e
ocho annos. Mandola facer aquí por su salud del pueblo a defensa de su tierra e
de los moradores della”.
Después de subir una
pendiente, me encamino hacia el Ayuntamiento, mi intención es entrar en este
coqueto castillo y subir a lo alto de la torre del homenaje, para ello necesito
que me abran. Los funcionarios me dicen que el castillo está cerrado, pero
inmediatamente una joven me atiende con amabilidad, me dice que la Alcaldesa
está reunida y duda un momento si entrar para hacerle llegar mi petición, lo hace y al
poco mi solicitud está resuelta. La única premisa es que alguno de los
funcionarios tiene que acompañarme. Amablemente soy acompañado hasta la pequeña
cancela que da paso a la torre del homenaje, y en eso que suena insistentemente
el móvil de mi acompañante; atiende la llamada y después de explicarme donde
encender y apagar las luces, se marcha, me entrega las llaves y me quedo como señor del castillo. Subo
a lo más alto y a pesar de las altas nubes,la luz no es muy buena para fotos, empiezo a enfocar mi cámara, de
norte a sur y de este a oeste. Las vistas son inmejorables: olivares, dehesas,
viñas, y la planta de paneles solares de Torre de Miguel Sesmero, hacia la zona
norte, que no es que sea especialmente vistosa desde el punto de vista
paisajístico.
El recinto del
castillo está muy bien cuidado y limpio. Creo que a principios de los años
noventa del pasado siglo veinte, se llevó a cabo su última restauración. Al
lado del castillo, a su izquierda, según
se sale, está el cementerio municipal y la iglesia de San Cristóbal enfrente.
Entre las tres edificaciones existe un pequeño llano de tierra donde hay un
cañón a modo de ornamento al que le falta una rueda.
Salgo ya del castillo
y ando un poco por las empinadas calles de la población. En el año de 1792, ya
se decía lo siguiente en el Interrogatorio de la Real Audiencia: “En
este pueblo el estado de las calles se hallan con el aseo posible, son anchas y
pendientes debido a su situación…”. Y es cierto lo de la pendiente de
las calles y lo de su aseo también; dos señoras empleadas de la limpieza, con
las que me cruzo, van dejando las calles muy limpias, mientras conversan de sus
cosas sin dejar de barrer. Una buganvilla de vistosos colores de desparrama desde el patio de una casa cercana a la iglesia, hacia la calle. Una nota de color más en estas calles.
De nuevo entro en el
Ayuntamiento, quiero entregar las llaves del castillo y agradecer, personalmente
a su máximo representante, la amabilidad que han tenido conmigo. Ahora si me
puede atender su edil; así que después de llamar a la puerta me indica que
pase. Me recibe Carmen Franco Vega, así se llama esta mujer que rige los destinos de los
algo más de setecientos vecinos de este bonito pueblo pacense. Lo primero que
llama la atención nada más comenzar a hablar con ella, es su ligero acento
andaluz; nació en un pueblo de Sevilla.
Esta mujer derrocha amabilidad, simpatía y una ilusión y unas ganas de
trabajar por su pueblo de adopción, tremendas; al menos eso es lo que yo he
podido captar en mi escasa pero intensa conversación con Carmen. En un capítulo
de la novela, El Conde de Montecristo, Alejandro Dumas hace decir a uno de sus
personajes, aquello de que en política no hay hombres, en este caso añado yo, mujeres,
sino ideas, y tengo la sensación de que esta Alcaldesa tiene las ideas muy
claras. Le gusta leer y se le nota una sensibilidad especial por las cosas
sencillas. Yo le agradezco el trato recibido y ella está encantada de que yo
esté por allí haciendo fotos de este pueblo con castillo y de sus calles. Y es
que es un pueblo que merece la pena visitar. Hay que hacer turismo en nuestros
pueblos extremeños del sur. Hay mucho por conocer en ellos, es algo nuestro.
Salgo del consistorio
y ando calle abajo, y me llama la atención una pequeña ermita: es la de Santa Justa y Rufina. El retablo es coqueto
pero llamativo, me gusta la luz que entra por una vidriera a la derecha del
mismo.
Llego a la plaza de
España y me paro ante un curioso
monumento dedicado a todos los vecinos que tuvieron que emigrar, dejando su
pueblo natal. Se trata de una maleta con una placa recordando a todos los
emigrantes que dejaron Nogales. Unos versos de Antonio Machado ponen la nota
poética de esta plaza:
“Algunos lienzos del recuerdo
tienen luz de jardín y soledad de campo, la placidez del sueño en el paisaje
soñado”.
Hago algunas fotos de
la plaza mientras unos vecinos mantienen
una disertación filosófica sobre la muerte y la resurrección, tomado un chato
de vino en el kiosco de la zona sur de la plaza. Dos mujeres hablan de sus
cosas apoyadas en la baranda de la misma plaza, frente al comercio de golosina
y regalos MICUKI y el bar restaurante EL PIPA, al lado de EL POLLO. Todo el
pueblo rezuma tranquilidad, sosiego y futuro.
Yo me llevo buenas sensaciones mientras tomo el camino de salida. Hay
que volver en otra ocasión. Esto y mucho más es Nogales, a los pies de la
sierra de Monsalud.
Desde el castillo.
Vista parcial de la Iglesia de San Cristóbal y Nogales.
Puerta de entrada al castillo.
Desde el interior del castillo.
En lo alto de la torre.
Desde la torre.
Placa donde se da fe de la fecha de construcción del castillo.
Plaza de España.
Monumento homenaje a los emigrantes de Nogales.
Retablo de la ermita de Santa Justa y Rufina,
Muy lindo todo. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Amigo Juan Carlos, por tu visita y por poner a nuestro Pueblo en tu camino. ¡¡Hasta pronto!! ¡¡Un abrazo!!
ResponderEliminarGracias a ti Carmen, por tu recibimiento. Pase un rato muy agradable en tu pueblo. Saludos.
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