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domingo, 31 de marzo de 2013

SIERRA DE GIGONZA: Guardiana del río Ardila.


        

La mañana se presentaba incierta, el tío del tiempo dijo que no se esperaban lluvias para esta mañana de sábado, y así fue. Salí de casa temprano sin tener aún decidido un destino. Al final sobre la marcha decidí visitar la Sierra de Gigonza, en tierras de Segura de León, hacía años que no subía, así que este era el momento.
 Ocho treinta de la mañana y comienzo a subir por la cara Oeste, los primeros en darme la bienvenida son un pinzón macho y un carbonero común, que emiten sus ardorosos reclamos desde la espesura del encinar. A lo lejos, hacia el Sur, en el valle, un cuco y una abubilla hacen lo propio, canto machacón el de la abubilla, no se cansa.
Las retamas se van vistiendo con sus flores amarillas y los colores lilas van  asomando tímidamente en los cantuesos. Continuo subiendo, me pesa un poco la cuesta, pero el paisaje ya merece la pena; el verde claro de la hierba, el oscuro de las encinas, el gris de las nubes, el azul del poco cielo que se deja ver, todo se funde formando un paisaje único.
He llegado al punto más alto de la sierra, 738 m.s.n.m., aparece el monolito que certifica esa altura. Una vez aquí mi intención es recorrer toda la sierra, de Oeste a Este, subidas y bajadas entre roquedos, encinar y matorral mediterráneo. El siguiente punto es el Alto de Gigonza 723 m.s.n.m. Llegando a los roquedos una pareja de golondrinas dauricas revolotea buscando una cornisa pétrea para construir su nido. Algo más abajo sobre la ladera Sur una pareja de Milanos negros planea jugando con el viento, a sus pies el cortijo de la Solana de Gigonza.
El impresionante mar de encinas que se extiende hacia el  Suroeste es inmenso, solo encinas y hierba verde, salpicado de vez en cuando con el blanco de algún cortijo.
Llego a lo que se conoce como el Castillo de Gigonza, no hay castillo evidentemente, solo algunos restos de piedra, pero aquí mirando hacia el norte se observa el río Ardila, y las casas del mismo nombre, está claro que nuestros antepasados sabían escoger las zonas para vivir, buenas vistas y altura suficiente desde donde controlar las invasiones de otros pueblos.
Para descender prefiero la zona de la Umbría de Gigonza, dehesas cerradas con matorral oliendo a humedad. Aquí un Ratonero planea emitiendo sus reclamos y un zorro pasa al trote, a pocos metros.
Hacia el Noroeste se ve el Alto de Sierra Aguda, con 649 m.s.n.m, a sus pies corre el arroyo de las Herrumbre tributario del Ardila por su margen izquierda.
Ahora dejo estas sierras con la intención de volver, para recopilar toda la información posible cuando la gran mayoría de las plantas comiencen a florecer.

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