La mañana se
presentaba incierta, el tío del tiempo dijo que no se esperaban lluvias para
esta mañana de sábado, y así fue. Salí de casa temprano sin tener aún decidido
un destino. Al final sobre la marcha decidí visitar la Sierra de Gigonza, en
tierras de Segura de León, hacía años que no subía, así que este era el
momento.
Ocho treinta de la mañana y comienzo a subir
por la cara Oeste, los primeros en darme la bienvenida son un pinzón macho y un
carbonero común, que emiten sus ardorosos reclamos desde la espesura del
encinar. A lo lejos, hacia el Sur, en el valle, un cuco y una abubilla hacen lo
propio, canto machacón el de la abubilla, no se cansa.
Las retamas se van
vistiendo con sus flores amarillas y los colores lilas van asomando tímidamente en los cantuesos.
Continuo subiendo, me pesa un poco la cuesta, pero el paisaje ya merece la
pena; el verde claro de la hierba, el oscuro de las encinas, el gris de las
nubes, el azul del poco cielo que se deja ver, todo se funde formando un
paisaje único.
He llegado al punto
más alto de la sierra, 738 m.s.n.m.,
aparece el monolito que certifica esa altura. Una vez aquí mi intención es
recorrer toda la sierra, de Oeste a Este, subidas y bajadas entre roquedos,
encinar y matorral mediterráneo. El siguiente punto es el Alto de Gigonza 723 m.s.n.m. Llegando a los
roquedos una pareja de golondrinas dauricas revolotea buscando una cornisa
pétrea para construir su nido. Algo más abajo sobre la ladera Sur una pareja de
Milanos negros planea jugando con el viento, a sus pies el cortijo de la Solana de Gigonza.
El impresionante
mar de encinas que se extiende hacia el
Suroeste es inmenso, solo encinas y hierba verde, salpicado de vez en
cuando con el blanco de algún cortijo.
Llego a lo que se
conoce como el Castillo de Gigonza, no hay castillo evidentemente, solo algunos
restos de piedra, pero aquí mirando hacia el norte se observa el río Ardila, y
las casas del mismo nombre, está claro que nuestros antepasados sabían escoger
las zonas para vivir, buenas vistas y altura suficiente desde donde controlar
las invasiones de otros pueblos.
Para descender
prefiero la zona de la Umbría
de Gigonza, dehesas cerradas con matorral oliendo a humedad. Aquí un Ratonero
planea emitiendo sus reclamos y un zorro pasa al trote, a pocos metros.
Hacia el Noroeste
se ve el Alto de Sierra Aguda, con 649 m.s.n.m, a sus pies corre el arroyo de las
Herrumbre tributario del Ardila por su margen izquierda.
Ahora dejo estas
sierras con la intención de volver, para recopilar toda la información posible
cuando la gran mayoría de las plantas comiencen a florecer.