Hembra de cerceta, observada hoy 25 de agosto, en el río Ardila.
FOTONATURALEZA EXTREMEÑA: Fauna. Flora. Paisaje. Arquitectura popular. Costumbres. Juan Carlos Delgado Expósito
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domingo, 25 de agosto de 2013
viernes, 16 de agosto de 2013
Exposición fotográfica: PAISAJES DE LA BAJA EXTREMADURA.32 FESTIVAL INTERNACIONAL DE LA SIERRA.Fregenal de la Sierra, Extremadura.
Puente Rio Bodión.Valverde de Burguillos
Cascada de agua. Fuentes de León.
Bosque mediterráneo.Fuentes de León.
Chopera. Fregenal de la Sierra.
Niebla, río Ardila.Fregenal de la Sierra.
Campo de cereales.Valencia del Mombuey.
Los Jarales. Fregenal de la Sierra.
Puente romano. La Bazana.Jerez de los Caballeros.
Otoño en Tentudía 1.Cabeza la Vaca.
Otoño en Tentudía 2. Cabeza la Vaca.
Los Tocinillos.Fregenal de la Sierra.
Amanece en la dehesa. Fregenal de la Sierra.
Tormenta.Valencia del Ventoso.
Castañar. Valle de Matamoros. Jerez de los Caballeros
Cascada de agua. Fuentes de León.
Bosque mediterráneo.Fuentes de León.
Chopera. Fregenal de la Sierra.
Niebla, río Ardila.Fregenal de la Sierra.
Campo de cereales.Valencia del Mombuey.
Los Jarales. Fregenal de la Sierra.
Puente romano. La Bazana.Jerez de los Caballeros.
Otoño en Tentudía 1.Cabeza la Vaca.
Otoño en Tentudía 2. Cabeza la Vaca.
Los Tocinillos.Fregenal de la Sierra.
Amanece en la dehesa. Fregenal de la Sierra.
Tormenta.Valencia del Ventoso.
Castañar. Valle de Matamoros. Jerez de los Caballeros
lunes, 5 de agosto de 2013
CALLEJEANDO POR LA VERA.
Vecinas charlando.
Algunos ejemplos de dinteles en las puertas.
Gato sesteando.
A decir verdad, no sabemos lo que incita
al hombre a recorrer el mundo, ¿Curiosidad?, ¿Anhelo irrefrenable de aventura?,
¿Necesidad de ir de asombro en asombro ?.
Ryszard Kapuscinski. (Viajes con
Heródoto).
Creo
que la mejor manera de contestar a esas preguntas de Kapuscinski, es
precisamente recorrer el mundo, conocer lo que hay más allá de nuestro entorno más inmediato. Cuando
visito cualquier lugar, sea el que sea, me gusta observarlo todo, buscar los
detalles que otros no ven o no quieren ver, recrearme en lo cotidiano, por eso
miro y capturo con mi cámara a esas vecinas que hablan plácidamente en una
calle de Villanueva de la Vera,
o contemplo las macetas bien cuidadas de sus calles, las puertas con dinteles
curiosos y centenarios, las casas de colores, el reloj de la plaza que marca
una hora sofocante. Y en el número seis de una de esas calles, me vuelven a
llamar la atención las macetas agrupadas bajo unos soportales de ensueño. La
arquitectura popular de estos pueblos de la Vera, te atrapa y te transporta a otros tiempos
pasados. Un gato sestea bajo una vieja silla en la puerta de una casa y la
dueña del aposento me saluda amablemente y a la vez con un punto de curiosidad,
al ver que me paro a fotografiar la escena del gato.
En
algunas calles de Garganta la
Olla, el tiempo parece haberse detenido; la Ermita del Humilladero del
siglo XVIII, declarada como Edificio Singular. Y en la calle Chorrillo, portal
17, un poco antes de llegar a la plaza, se encuentra la Casa de Postas del siglo XVI. Aquí en la época de Carlos V, se
hospedaban los viajeros que llegaban a
la localidad. Un poco más adelante llama la atención del viajero, una casa pintada
de azul. En su parte baja está ahora instalada una pequeña tienda. Se conoce
este edificio como “La casa de las Muñecas”, y no es otra cosa que un antiguo
prostíbulo del siglo XVI. El color azul servía en aquella época para
diferenciarla del resto de edificios. En el dintel izquierdo aparece una muñeca
tallada sobre el granito.
Hoy
es día de mercadillo aquí en Garganta la Olla, así que el bullicio en esta calle es algo
mayor que otros días, los tenderetes le dan a esta calle un toque especial. Una
excursión de jóvenes pasan ruidosos parloteando en inglés y yo me interno por
las callejuelas, buscando la sombra. En una puerta, una señora algo mayor, lee
atentamente un grueso libro ajena a los turistas que pasan por su puerta de la
calle Santa Isabel. Un poco más arriba se encuentra la Casa de Carvajal del siglo
XVI, al parecer era la antigua morada
noble de Don Pedro de Carvajal.
A
las afueras de Garganta la Olla
me detengo a observar el paisaje por última vez antes de partir, y a mi
derecha, “La Serrana
de la Vera”, me
observa desde su pétreo observatorio con su ballesta sobre el hombro derecho y
su larga trenza sobre la espalda.
Algunos ejemplos de dinteles en las puertas.
Gato sesteando.
viernes, 2 de agosto de 2013
VICISITUDES DE UN NATURALISTA POR LA COMARCA DE LA VERA. En busca del mirlo acuático (Cinclus cinclus).
Desde que en el año dos mil nueve observara por
primera vez el mirlo acuático, allá en las gargantas de la Vera, la imagen de este
pajarillo volando por los tramos de ríos, buceando en las cristalinas aguas
para atrapar los insectos acuáticos que le sirven de alimento y su biología en
general, me engancharon. Yo conocía
especialmente bien algunas
gargantas donde el ave era fácil de observar y de fotografiar, pero esta
temporada quería buscar zonas nuevas, así que después de pensarlo durante
algunas semanas, decidí dedicarle al menos tres o cuatro días, al mirlito, como
lo llaman algunos paisanos por la
Vera.
Si no encontraba zonas adecuadas para fotografiarlo,
siempre me quedaba la zona de siempre. Así que desde el primer día me dediqué a
buscarlo en otras gargantas. Escogí la Garganta de Cuartos, en Losar de la
Vera. La primera mañana nada más llegar y
recorrer un buen tramo de río, tanto aguas arriba como aguas abajo, al final fue
en un tramo aguas abajo del famoso puente de Cuartos, donde pude observar los
primeros ejemplares, algún adulto y un joven nacido esta temporada que se posó
a unos veinte metros de donde yo me encontraba instalado con mi cámara. Y
aunque estas gargantas suelen estar tranquilas a primeras horas de la mañana, a
medida que avanza el día, los bañistas hacen acto de presencia y van ocupando
diferentes tramos de las gargantas, así que las aves desaparecen, aunque algún
mirlo de los más atrevidos, se pasa volando entre los humanos. Así que fui
descartando tramos. Y al final acabé en el lugar de siempre, Garganta la Olla.
Al tercer día me levanté aún de noche para llegar
antes del amanecer al lugar donde me instalaría con mi cámara. Para evitar peso
innecesario cargué sólo con la cámara, el trípode y la red de camuflaje. Yo
sabía que en este punto los mirlitos son relativamente confiados y basta con
cubrirse simplemente con la red para que no se sientan amenazados.
Así que con las luces del alba ya andaba yo moviéndome
por la garganta adecuada a tal fin. Después de ir viendo posibilidades aguas
arriba y aguas abajo, me decidí por el punto donde la temporada anterior ya
observara yo a estas maravillosas aves. Pero como no todo puede salir bien,
mientras me movía por las orillas de aguas cantarinas, cristalinas y
resbaladizas, pisé en falso y tras mis intentos por no caer, di con mi trasero
entre las rocas del lecho del río, quedando empapado hasta el pecho de agua,
con la suerte de que pude salvar la cámara de las frías aguas, pero no así una
batería, el auto disparador y el móvil. Si les digo que me levanté y salí del
charco donde me había caído en cuestión de segundos, me quedo corto. Imaginen
la historia, caerse en estas frías aguas cuando aún el sol no había despuntado
y faltando al menos dos horas para que los primeros rayos de sol hicieran acto
de presencia en estos cerrados bosques de galería. Pero yo no había llegado
hasta allí para que un simple chapuzón me aguara la fiesta. Así que me quité
las botas, vertí el agua que había dentro, escurrí los calcetines y resto de la
ropa y me volví a vestir. Seguidamente me camufle en la orilla, al pie de un gran
aliso cubierto de hiedra, con mi camuflaje correspondiente, y me dispuse a esperar.
Al cabo de quince minutos pasó el primer mirlito muy cerca, volando, pero no se
paró en sus posaderos pétreos de costumbre. En media hora estaba yo tiritando
de frío con la ropa aún mojada y los pies encharcados. Pero en unos cuarenta y
cinco minutos apareció el pájaro, se posó en los posaderos y yo comencé a
disparar con mi cámara en ráfagas una foto tras otra, así hasta que al cabo de
unos veinte minutos el ave se marchó aguas abajo. Yo ya no sentía tanto frío, haber
tenido al mirlito a menos de tres metros de mi objetivo, me hizo subir la
adrenalina de tal manera, que me había desaparecido hasta el frío del cuerpo.
Seguidamente esperé dos horas más, pero ya no quiso aparecer. A estas horas los
que comenzaban a llegar eran los
primeros bañistas a la zona, pero en cualquier caso el objetivo estaba
cumplido. Algunas de las fotos las tenéis en este blog.
Adulto en Garganta la Olla. Extremadura.
Joven en la Garganta de Cuartos. Losar de la Vera. Extremadura.
Aquí parece andar sobre las aguas.
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