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martes, 24 de diciembre de 2013

EL DOLMEN DE LA LAPITA. BARCARROTA. EXTREMADURA.

Mientras observaba con detenimiento, este dolmen de “La Lapita” en una dehesa de Barcarrota, Badajoz, pensaba yo, el tremendo esfuerzo que debió  suponer para aquellos hombres de la antigüedad,  transportar y subir esa gran roca, a la “techumbre” de este sepulcro milenario. Y me llamaba también  la atención, la gran precisión a la hora de construir la entrada, perfectamente orientada hacia el Este, a la salida del sol. Mi brújula señala un ligero, ligerísimo error hacia el Norte. Este dolmen está considerado como de corredor corto y cámara circular; se encuentra sobre una pequeña elevación del terreno, enclavado en una maravillosa dehesa bien cuidada, donde predominan los alcornoques de rollizas  y brillantes bellotas, mezclados con algunas encinas. Las vacas pastan indiferentes ante mi presencia.
En el interior de este monumento sagrado, en la base de las rocas hincadas, al amparo de la humedad y la sombra, crecen plantas de candilitos con sus discretas flores.  Un becerro ha dejado sus huellas en la tierra húmeda del suelo de la cámara principal. A pocos metros hacia el Sur se observa un regato de agua, ahora seco. Hacia el Oeste, un estanque pone de manifiesto que aquellos hombres de antaño eligieron un lugar donde no faltaba el agua.


 El dolmen se encuentra en una dehesa de alcornoques y encinas.



Interior del dolmen.

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