Gracias al periodo
de anarquía que se sucede tras la abdicación obligada del califa Hisham II,
allá por el siglo XI, de esto hace ya más de mil años, entre los reinos de
Taifas en los que se divide el califato de Córdoba, está el de Badajoz, llamado
Aftasí, que construye como fortaleza castrense el Castillo del Cuerno en Fuentes de León.
Este castillo se erige sobre unas ruinas prerromanas, existentes en el “Cerro
del cuerno”, que da nombre al castillo en la Sierra de Santa Marina. Hacia allí me dirijo subiendo
empinadas pendientes con mi equipo a cuestas; la mañana me deja una temperatura
agradable, el cielo despejado salvo algunas nubes altas poco apreciables. Desde
el primer momento se disfruta del entorno, entre parada y parada, unas para
disfrutar del paisaje y otras para tomar resuello, que la fatiga es muy mala
subiendo. Aparecen flores varias: jaras, olivillas, orquídeas, gladiolos
silvestres o la flor de borraja, por mencionar algunas. El verde lustroso de algún
madroño llama la atención y el suelo del camino está adornado con el color
rojizo de la tierra.
Una vez arriba,
bajo la torre que queda en pie, me
recibe una hembra de cernícalo vulgar que planea sobre las ruinas del castillo.
También se oye el reclamo melodioso de un macho de roquero solitario, un ave que podemos encontrar en casi todas las
ruinas, donde construye su nido; el ave
con ese color azulado tan característico se mueve entre las históricas piedras.
Entre las
anfractuosidades de la piedra caliza que se utilizó para la construcción del
edificio, crecen almendros, algún peral silvestre y charnecas. Los almendros y
las charnecas se observan también en lo más alto de la torre: ¿Qué cómo
llegaron hasta allá arriba?, pues sin duda las aves trasportaron las semillas y
frutos hasta lo más alto, es lo que se conoce como Ornitocória, es decir la
dispersión se frutos y semillas, en este caso por las aves.
El paisaje que se
aprecia desde este enclave es indescriptible, hay que estar aquí para
disfrutarlo. Es un verdadero Reino de Taifa donde se mezcla la botánica, la
ornitología, el paisaje con sus olores, colores, formas y esos otros efluvios que
relajan la mente y que pertenecen a una memoria ancestral.
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